Sala de examen

Este examen es más difícil de lo esperado. Estudié, juro que estudié, pero mi mente está en blanco y no puedo hacer un solo ejercicio bien.

Mientras, el profesor camina con pasos lentos entre los bancos, recorriendo el largo pasillo. Lo miro interrogante, pero él desdeña mi mirada y continúa paseando y tratando de descubrir algún timo o trampa de sus alumnos.

Comienzo a sudar... "En diez minutos quiero que entreguen la hoja", nos dice el maldito, impiadoso. Y yo sigo transpirando.

De repente, siento un hormigueo que recorre mi ombligo. Como si fuera un leve terremoto que desciende lentamente... Mi mente se vuelve más gris que nunca, sólo siento esa cosquilla agradable que se ensaña con mi clítoris y me obliga a frotar fuerte mis piernas, tratando de lograr la calma. Busco distintas posiciones sobre mi silla. Por fortuna, mi inquietud no llama la atención, pues todos los alumnos se apuran a terminar el examen para poder salir.

Pero no lo consigo, un orgasmo repentino me asalta y yo intento disimular, aunque no sé si con éxito. Mordisqueo mi lápiz hasta deshacer su extremo, y emito un quejido liberador en el mismo momento en que todos entregan su hoja...

Ruborizada, espero a que el profesor se acerque y le digo con un hilillo de voz: -Espero haber hecho un buen examen.

-Ya veremos, señorita, ya veremos...

Al menos, puedo salir más desahogada, aunque intuyo mi calificación.

Para la próxima vez me prepararé mejor... ;)