Clímax

Su boca sabe a miel de las praderas.

Su cuerpo, pleno de mágicas fragancias, lo ha hechizado y se ha apoderado de su razón.

Prodigiosa e ineludible, se inicia la tormenta. Los rayos de sus ojos lo han clavado indefenso, mientras tanto él se deja subyugar.

Aturdido pero incapaz de resistirse a ese mágico éxtasis, se deja abrasar por el fuego que el rayo ha provocado con su contacto y siente cómo avanza la llama progresiva hacia el crepúsculo de su más íntima geografía.

Sudores como lluvia de verano aterciopelan sus miembros conjugados.

Alientos transformados en suspiros, lenguas pertinaces que se agitan en el valle de sus sexos… Y un relámpago orgásmico que estalla inevitablemente... en un clímax de muerte lenta, dando paso al arco iris más luminoso de ese encuentro apasionado y perfecto.

Sus cuerpos yacen juntos, laxos, satisfechos… mientras la noche reconquista poco a poco la calma…