Deleite
Poseída
Rendida a tus pies
tus caricias sabias
tus miradas tiernas
que me acometas salvajemente de nuevo
después de habernos amado sin freno.
Quiero beber de tu copa plena de pasión...
dormir abrazados después,
agotados y satisfechos.
Me inspirás tantas cosas, mi cielo,
salvajes y tiernas
prohibidas y plenas
porque creo que esto
realmente es AMOR.
Y estoy rendida a tus pies, sintiéndome
como jamás antes me sentí.
Príncipe mío,
gracias por despertarme de mi largo sueño.
Esta noche estaré mirando el cielo y las estrellas
pensándote de nuevo.
Me provocas
Delivery Boy
Versos involucrados
Quiero...
Desnudas su alma...
Desnudas su alma
te adentras en ella
percibes sus ojos
y su suspirar.
Despacio te acercas,
quieres conquistarla
sutil coqueteo
la hace temblar.
Rendida a tu encanto
fluye entre tus brazos
saborea tus besos
tú absorbes su sal.
Desnudas su cuerpo
ebrio de fragancias,
tu boca la busca
bebes su humedad.
Miradas certeras
lenguas enlazadas
tu sexo en el suyo
su piel en tu mar.
La noche serena
estalla en el pecho...
desnudas su alma
se abraza a tu paz.
Quién sos?
Agrego leña al fuego del hogar y me detengo unos instantes a mirar cómo las lenguas doradas crujen y destellan rodeándome de un calor delicioso. Me quito los zapatos y me desplomo en el sillón, sin energía… Cierro los ojos y comienzo a relajar mi cuerpo cansado, desconectando mis pensamientos.
La lluvia crepita en el jardín y me hipnotiza de a poco, lluvia que oculta la luna llena que anoche ostentaba su cara redonda con total desparpajo. Oigo pasos que se acercan, pero mis músculos no responden. Mi razón tampoco. Creo que estaba esperando este momento... ¿Quién podrás ser? Mmmm… no importa… Podrías ser el vecino fornido, ese que cuando saca a pasear a los perros me saluda con tímida lascivia… o bien el vigilante de la calle, que se quita el sombrero cuando paso, o… -¿por qué no?- tal vez seas vos, que un día me dejaste muda de asombro por tu precipitada partida, prometiendo volver… Pero prefiero no saber… aunque bien podrías ser un perfecto ladrón…
Te acercás y percibo -sin mirarte- la sonrisa que dibuja tu boca. Te imagino quitándote el abrigo y arremangando tu camisa, sacándote los zapatos... Te oigo caminar sigilosamente hacia mí, envolviéndome en tu salvaje fragancia, y masajeás con lentitud mis hombros, mi cuello… Despejás mi cabello desgreñado… ¡qué bien se siente! Sonrío sin mirarte, agradecida… y dejo que mi cuerpo se deje modelar por la sutileza de tus manos.
Tus dedos desabotonan mi blusa en movimientos exageradamente lentos. Mi sonrisa se amplía y se humedece de deseo; un rubor espontáneo se apodera de toda mi piel. En pocos segundos siento cómo la seda de mi blusa se resbala a un costado, como si se alejara besándome... Lucho por quedarme quieta, sin embargo, mis células se han activado ante tu designio y no quiero perderme el momento que vendrá, completamente embriagada ya. Me abrazás desde atrás y me instás a incorporarme. No opongo resistencia, y me estremezco cuando desabrochás el sostén.
Acariciás mis pechos y trazás círculos con la punta de tu dedo: ahora mis pezones son como faros que se elevan en la oscuridad de la noche invernal, imponiendo su presencia y reclamando atención. Mis piernas apenas pueden sostenerme... los vahídos me arremeten sin piedad y el calor me atormenta de un modo atroz. ¡Uffff, sí… qué calor!
Te estoy sintiendo y no tengo miedo, aunque irrumpe en el silencio tu aullido brutal y descubro el reflejo del fuego en tus ojos profundos… Síiiiii!!! ya sé quién sos… Llegaste con la luna llena y aquí estás, mi hombre lobo, hoy serás mío… todo mío… ¿Mañana partirás…? No importa, porque hoy estás entre mis brazos… y no me importará esperar tu regreso dentro de cuatro lunas…
Tras el surco del horizonte,
los pájaros veraniegos
acompañan el renacer del nuevo día
aleteando... majestuosos...
De la noche sólo queda un recuerdo
de tus aullidos plañideros,
de tu llamada sensual,
invitación a una danza quimérica.
Hombre lobo, extirpé tus garras,
acaricié tu suave vello
y te volví mi amante...
te volví desvarío... pasión ciega...
Hombre lobo, conjunción animal
de calor y alto voltaje,
sé mi dueño cada noche
de luna llena, de luna eterna.
Esas manos
Viejos recuerdos la cercan como una tromba impiadosa, la agitan, la zarandean… le dan sosiego, la elevan, la transportan…
Sus manos se compadecen, haciendo ruborizar su piel de luna y provocando que su corazón se alboroce de repente. Su boca se entreabre, su respiración se excita, su mente se torna blanca… y sus sentidos claman ya por expresarse al unísono.
Esas manos acarician su propio cuerpo con suavidad y lentitud, miman sus piernas en sentido ascendente, pellizcan el botón urgente de sus senos, se detienen un instante en los rizos enmarañados de su pubis y… se atreven a explorar más allá, donde el néctar brota, caprichoso y persistente.
Oleadas de delicias suben y bajan acelerando el ritmo, buscando con su dedo el centro de aquella tormenta de fuego que se abulta y que explota y que la hace jadear..., perdida en la sabrosa nebulosa de su inconciencia. Y en ese punto el cuerpo se arquea, con una exhalación que reúne suspiro y ardiente lava.
La soledad desaparece por un instante… un dulce bienestar ocupa el espacio que ha invadido la tempestad, y cuando el volcán comienza a sosegar su calor, regresa la calma. La dama ostenta una bella sonrisa, al menos por unos minutos, dentro de su cautiva soledad…