La maleta (final)

Sobre la acera de la avenida principal, esa avenida donde se detienen todos los taxímetros que se dirigen al aeropuerto, una bella mujer espera, oteando detenidamente los rostros de aquellos hombres bien vestidos con su traje y portando una maleta de viaje.

Lleva una blusa fácilmente desabotonable, largas piernas que se asoman bajo una falda corta, tacones altos… Espera que aparezca su próxima víctima, mientras su socio -el taxista- da vueltas por las calles despreocupadamente, atento a su handy donde ella le informará el momento oportuno en que aparezca el candidato.

Tratará de hacer que parezca “pura casualidad” su tropiezo con el ejecutivo portador de una maleta, tratará de insinuarle que ese “taxi” lo había visto ella primero, tratará de convencerlo de compartir el coche, tratará de seducirlo, de enloquecerlo, de despertar su lujuria, de llevarlo a un hotel, olvidado de su mundo y de todo salvo ella… y luego… comerlo… lamerlo… chuparlo… excitarlo… masturbarlo… enloquecerlo… mientras que la maleta se esfuma para siempre en la cajuela del vehículo.

El cliente no recupera su maleta... pero recibe atención personalizada y satisfacción garantizada...